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Un oso en La Moneda: cómo la ludopatía y las casas de apuestas se instalaron en la política e incomodan a encuestadoras por su precisión

Periodista reportando noticias

Las apuestas políticas dejaron de ser una extravagancia y se transformaron en un actor silencioso del ciclo electoral. Desde los osos disfrazados de candidatos hasta cuotas que superan a las encuestas, el fenómeno inquieta al regulador, divide a la industria y enciende alertas entre quienes ven en esto una amenaza directa a la democracia.

Por Sebastián Palma e Ignacia Munita

15 de Noviembre de 2025

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Mañana, 16 de noviembre, millones de chilenos seguirán con atención el recuento de votos de las elecciones presidenciales y parlamentarias. La incertidumbre sobre el rumbo político del país —y sobre qué candidato terminará imponiéndose según las preferencias del electorado— concentrará buena parte de la expectación pública. Pero no todos estarán mirando la transmisión con la misma preocupación. Miles de personas lo harán con otro tipo de nervio: el de ganar o perder plata en apuestas.

En los últimos años, las apuestas electorales se han disparado. Los usuarios de plataformas de betting ya no solo arriesgan dinero por un gol de Colo Colo en el último minuto, una expulsión en un partido de la Roja o los córners de un duelo entre Limache y La Serena. Hoy las casas de apuestas atraviesan prácticamente todas las competencias posibles, incluidas —y cada vez con más fuerza— las disputas políticas.

La escena chilena no es una excepción; es parte de una tendencia global. En Polymarket, la plataforma de apuestas políticas más influyente de Estados Unidos, se movieron más de 200 millones de dólares en torno a la última elección presidencial entre Donald Trump y Kamala Harris.

A lo largo de la campaña, numerosos sondeos hablaban de un empate técnico, sin un favorito claro. Pero las plataformas de apuestas ofrecían otro diagnóstico: durante semanas previas a los comicios, sitios como Polymarket o Kalshi asignaron a Trump entre un 60% y un 65% de probabilidades de ganar. Al final, el republicano efectivamente se impuso. Varios medios internacionales concluyeron lo mismo: los mercados de apuestas tuvieron una gran elección; sus proyecciones estuvieron más cerca del resultado real que muchas encuestas.

Ese es, precisamente, el punto incómodo: mientras la industria encuestadora lucha por recuperar credibilidad, las casas de apuestas están acertando —y monetizando— donde las metodologías tradicionales han fallado. Y, también, marcando, con semanas de anticipación, el sentido de una elección.

Hoy Polymarket funciona como un mercado de predicción abierto y descentralizado, donde usuarios de todo el mundo apuestan con criptomonedas sobre el resultado de eventos futuros. Entre sus páginas principales ya aparece un bloque dedicado a Chile: las elecciones presidenciales figuran junto a predicciones insólitas, como cuántos posteos hará Elon Musk en X durante noviembre o la fecha exacta en que Nicolás Maduro dejará el poder en Venezuela.

Según Polymarket –al cierre de esta edición– José Antonio Kast tiene un 71% de probabilidades de ser el próximo presidente, seguido por Jeannette Jara con un 15%, Johannes Kaiser con un 12% y Evelyn Matthei con un 2%.

Las apuestas para La Moneda

Las apuestas en Polymarket no son una rareza aislada. En Chile, distintas casas de apuestas —las mismas que la Corte Suprema declaró ilegales— también incluyen escenarios políticos entre sus opciones. Y lo hacen con una mezcla de humor, marketing agresivo y cuotas que buscan atraer jugadores incluso en medio de un proceso electoral.

Un ejemplo es Coolbet, que llevó la lógica al extremo: disfrazó a su corpóreo de oso polar como distintos candidatos presidenciales y difundió las imágenes en sus redes sociales. En cada lámina aparecían las cuotas asociadas a las distintas predicciones, incluyendo apuestas que iban más allá de quién será el próximo presidente.

En una de ellas, por ejemplo, invitaban a apostar por quién sacaría más votos entre Evelyn Matthei y Franco Parisi, mostrando un virtual empate en sus probabilidades según la plataforma.

Otra pieza promocional muestra al oso caracterizado como Eduardo Artés, acompañado de una cuota que rozaba lo absurdo: si el candidato resultaba electo, la casa pagaba 1.000 a 1. En términos simples, mil pesos apostados se convertirían en un millón. Una apuesta improbable, pero diseñada para tentar a jugadores que buscan “el gran golpe”.

Coolbet no es la única empresa que ha aprovechado el clima electoral para promocionar apuestas políticas. Betsson también difundió en sus redes sociales la opción de apostar dinero inmediatamente después del último debate de Anatel, el mismo que fue transmitido en conjunto por los canales de televisión abierta. La campaña invitaba a “predecir” quién había salido mejor parado del encuentro, reforzando la idea de que cada hito electoral es también una oportunidad de juego.

Latamwin siguió la misma lógica. Su mascota —un zorro— fue caracterizada como candidato presidencial en diversas piezas promocionales, difundidas con una estética abiertamente electoral. La estrategia, mucho más agresiva, venía acompañada de un eslogan que replicaba el tono de campaña: “No caigas en falsas promesas, somos los únicos con promesas reales para el pueblo”. Un guiño directo al lenguaje político, pero puesto al servicio de incentivar apuestas en medio del proceso.

Y no son solo Coolbet, Betsson o Latamwin. Son decenas las plataformas —grandes, medianas y completamente desconocidas— que han comenzado a incluir la política chilena dentro de sus catálogos de apuestas.

Alerta en la superintendencia de casinos, encuestadoras y plataformas autorizadas

El avance de las apuestas políticas no solo ha encendido alarmas entre especialistas en salud mental y reguladores del juego online. Hoy distintos actores ven con preocupación su avanzada al terreno político.

“A la Superintendencia le corresponde regular y fiscalizar el desarrollo de los juegos de azar al interior de los casinos de juego autorizados legalmente, por lo que en la actualidad – y mientras no se apruebe el proyecto de ley que regula el desarrollo de las apuestas en línea que se está tramitando en el Senado – no posee facultades de regulación ni fiscalización sobre plataformas donde eventualmente se estén desarrollando juegos de azar en línea”, expresan desde la Superintendencia de casinos de Juego.

Desde Polla —una de las pocas empresas autorizadas a operar juegos de azar, y además estatal— también existe inquietud. Su presidenta, Macarena Carvallo, subraya que estas plataformas no solo violan la normativa vigente, sino que pueden alterar el comportamiento electoral: “Si una plataforma está promoviendo apuestas en una materia tan delicada como una elección presidencial o parlamentaria, eso es de la máxima gravedad”.

Carvallo va más allá y apunta a un riesgo ético y democrático: “Estás induciendo una votación no informada, capturada por el algoritmo que llega a los jóvenes y adultos que están jugando… Eso le hace mal a la democracia chilena”.

Advierte que la falta de control sobre estas plataformas puede tener efectos impredecibles: “Lamentablemente no hemos logrado que el mundo político entienda la gravedad de la ludopatía y de que no existe un control sobre estas plataformas”, añade.

La postura de la industria es diametralmente distinta. Desde la Agrupación de Plataformas de Apuestas en Línea —que reúne a los principales operadores que funcionan en Chile— defienden que su actividad no vulnera la normativa vigente y que el debate público ha sido, a su juicio, “mal encuadrado”.

Desde la organización aclaran primero quiénes componen el bloque: “Hoy la agrupación está compuesta por cinco operadores internacionales con los que trabajamos de forma coordinada para impulsar reglas claras y una regulación moderna para la industria en Chile. Son Betsson, Betano, Coolbet, Latamwin y Betwarrior”. Y agrega que no existe una línea común respecto a las elecciones: “La decisión de incluir los eventos políticos dentro de su oferta de apuestas es una decisión que toma cada operador. En ese sentido, algunos lo tienen incluido y otros no”.

Consultados por la precisión que, en algunos países, han mostrado las apuestas en comparación con las encuestas, el vocero también relativiza la crítica: “El hecho que en algunas oportunidades puedan ser más precisas que las encuestas se explica, en parte, porque las encuestas dependen de que las personas respondan de manera honesta y precisa, lo que no siempre ocurre… En cambio, en una apuesta sí existe un costo asociado… lo que hace que, en algunos casos, esa decisión refleje de mejor manera su preferencia real”.

Frente a los cuestionamientos de Polla Chilena de Beneficencia —que sostiene que apostar sobre elecciones es ilícito— la agrupación responde “En Chile las apuestas en línea no están prohibidas, y las apuestas en general tampoco lo están… Hoy las apuestas en línea constituyen una actividad no regulada, pero no prohibida… Por lo mismo, la afirmación de Polla es equivocada y carece de sustento normativo y fáctico”. Añaden, además, que una regulación adecuada sería la vía para evitar tensiones interpretativas: “Esta es una industria que debe avanzar hacia una regulación moderna y equilibrada, que defina con claridad las reglas bajo las cuales operarán las plataformas… Eso entrega certezas al Estado, a los usuarios y a la propia industria”.

La visión compartida por la agrupación de casa de apuestas es contrastada por la Superintendencia de Casinos quienes expresan: “Recalcamos que los juegos de azar son una actividad económica de naturaleza ilícita, que solo puede desarrollarse excepcionalmente a través de una ley específica que los autorice, como es el caso de la Polla Chilena de Beneficencia S.A., Lotería de Concepción S.A., los hipódromos y los casinos de juego. Así lo ha establecido la Corte Suprema en variadas ocasiones”.

Al respecto añaden: “Es grave que se desarrolle una actividad al margen de la ley. Estas plataformas operan sin regulación y fiscalización; sin pagar impuestos; sin transparencia en la generación de resultados; sin control respecto de los objetos de apuesta; sin protección de los derechos de los clientes frente a eventuales fraudes y manipulación de los datos personales que entregan al suscribirse; sin una política de juego responsable y protección de menores de edad obligatoria; sin cumplir con las obligaciones establecidas en la ley de la Unidad de Análisis Financiero para la prevención del lavado de activo y el financiamiento del terrorismo en nuestro país”.

¿Qué dicen las encuestadoras?

La preocupación por la avanzada de las casas de apuestas en el terreno político también alcanzó a las encuestadoras. Cristián Valdivieso, socio fundador de Criteria, observa el fenómeno desde otro ángulo: no el legal, sino el de cómo estas dinámicas pueden alterar el comportamiento electoral.

Aunque reconoce que no sigue de cerca el mercado de apuestas, sí identifica un riesgo evidente en su masificación. “Si el día de mañana tuviéramos que todos los chilenos tienen algún interés creado por un nivel de apuesta, la elección estaría abarcada por lo que dicen las casas de apuestas”, afirma.

Y plantea un escenario extremo —pero plausible si el fenómeno crece— donde la lógica del voto cambia por completo: “Imaginemos un escenario donde los 14 millones o los 13 millones de chilenos que votan tienen al menos una luca metida adentro… Eso supone que van a votar en función de su apuesta y le quita todo peso a los programas, a la ideología, a los partidos políticos”.

Valdivieso hace un símil con un concepto clásico de la ciencia política, pero llevado a un terreno mucho más crudo. “En este caso no sería el carro a la victoria, sería más bien el carro al negocio”, advierte. Y agrega que este “carro al negocio” podría tener efectos corrosivos en la deliberación democrática: “Claramente va a corromper la democracia, porque al final del día la gente ya no vota en función de lo que cree o de lo que valora, sino que va votando en función de quién está poniendo más lucas”.

Fuente: The Clinic

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